Érase una vez una Junta de Castilla y León que de
repente se dio cuenta de que tenía provincias por encima de sus posibilidades.
Casi ocho, concretamente. Pero no nos vayamos por las ramas. La Junta, que
había vivido calentita en medio de sus provincias, de repente notó frío. Miró
alrededor extrañada alrededor y se dio cuenta de que estaba en medio de la
nada. Se levantó de repente y llamó a filas a sus hombres.
-¿Qué ha pasado? Hasta hace nada, yo estaba rodeada
de provincias tranquilas, hormigueritos de los que me iba surtiendo, que me
aportaban calor y alimento, y de repente me despierto y no hay nada. NADA.
-Señor, nosotros no tenemos la culpa. Lo que usted
nos dijo, les hemos mantenido callados, tranquilos, acostumbrándose a estar
alrededor de usted como un perrito que espera que le caigan las migajillas del
pan y los pasteles que ellos mismos generaban. Y tampoco es que se hayan levantado
en armas, oiga, que siguen sin dar un ruido.
-Ya, pero tampoco dan pan ni pasteles.
-Señor, dijo el bufón de la corte,( que como todo el
mundo sabe desde Shakespeare es el único personaje que puede decir verdades sin
ser decapitado), es que hasta ahora, usted recibía dinero de su madre Europa
para que lo repartiera entre sus tierras, que mejorara la calidad de vida de
sus vecinos, que los sacara de la pobreza. Dinero para mejorar sus estructuras
productivas, para financiar planes de desarrollo rural, para enriquecer
culturalmente la zona Pero usted se gastó ese dinero en su casa, y les mandó
migajas o planteó planes que beneficiaban a las empresas que después le
beneficiaban a usted en lugar de crear puestos de trabajo.
-Lo sé, dijo la Junta, somos objetivo prioritario
para Europa porque tenemos esas tierras empobrecidas y despobladas, y por eso
las hemos mantenido así y lo seguimos
haciendo!
-Ya, pero su madre Europa ya no manda dinero, se ha
cansado y por eso ha menguado la bolsa… sobre todo la suya, Junta. Y como no ha
mejorado esos territorios, pues siguen siendo pobres y siguen esperando sus
migajas.
- ¡Pues ya no hay migajas ni nada! Si no me dan
dinero por ellas, no las quiero. ¡Que se busquen la vida! Pero no se lo digan
así, díganles que se autogestionen, que sean sus reservas y sus poblaciones las
que se mantengan, que ya es hora de que espabilen y crezcan…
-Pero Señora Junta, si usted se ha comido todas sus
semillas, ¿cómo se van a mantener?
- Que he dicho que se busquen las habichuelas, que
son unas ninis, que ya es hora de que dejen de mamar de mis ubres… fuera, ¡AUTOGESTIÓN
HE DICHO!
Y ASÍ, QUERIDOS AMIGUITOS, ES COMO LA JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN PASO DE SUS ESPACIOS RURALES CUANDO DEJARON DE SER UN IMAN PARA LAS
SUBVENCIONES DE EUROPA .
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