jueves, 27 de septiembre de 2012


Señora Ana Mato. Buenos días. Para usted.
Esta mañana en la Cadena SER estamos informando de que su Ministerio planteará esta tarde a los representantes de las comunidades autonómicas que el transporte sanitario no urgente deje de ser gratuito para los usuarios, y que sólo puedan usarlo aquellos enfermos que tengan algún tipo de discapacidad psíquica o física que cause incapacidad para usar el transporte público o privado. Una decisión que puede afectar, entre otros, a los enfermos de cáncer, diálisis o rehabilitación que acudan a sus tratamientos.
Señora Mato. Usted, como casi cualquier persona nacida en una urbe como Madrid, ignorará  las características demográficas de esta provincia. No se preocupe, yo se lo explico: Gente mayor, apartada de los centros hospitalarios en los que se desarrollan esos tratamientos. Sin edad para conducir y sin posibilidades de utilizar un transporte público que no existe o es deficiente en cuanto a horarios.  Gente con las pensiones mínimas más mínimas del país y que son de esas buenas personas de las que se acordaba ayer su jefe, Mariano Rajoy, que nunca se manifiestan ni aparecen en las portadas de los periódicos, más que nada porque muchos aún tienen el miedo metido en el cuerpo. Gente que gracias a usted, señora Mato, es posible que no puedan acudir a recibir esos tratamientos, bien porque no los considere usted  (o sus adláteres, que lo mismo me da para el caso) suficientemente discapacitados, o bien porque no les de la pensión para pagárselo, a pesar de comer berzas día sí y día también y gastar en ocio lo que cuesta salir a la solana los días que el tiempo lo permite.
Señora Mato, usted, que tiene por lo menos un ipad, un ratón, una alfombrilla de ratón, un coche, un conductor, un par de escoltas, dinero para viajes, dietas y multas. Usted que cobra un pastizal y que si pierde la cartera seguirá cobrando sin problemas, eso si no acaba en alguna empresa privada de esas que se rifan los exministros para colocarlos de asesores. Usted a la que deseo no tenga ningún problema de salud en su vida y muera de viejita rodeada de sus personas queridas, usted nunca podrá entender las consecuencias de este “ parece que podemos recortar por aquí”. Señora Mato, lo cierto es que el cuerpo me pide calificarla sin tapujos como sinvergüenza como poco, pero me voy a contener. Prefiero recomendarle un entretenimiento, señora Mato. Vaya haciendo usted muesquitas en su cartera de ministra por cada vecino de esta provincia y esta comarca que sufra en sus carnes sus decisiones y cuando llegue el momento de abandonar este valle de lágrimas (para los demás, para usted no), diga usted a todos sus seres queridos: ¿Veis todas estas marquitas en mi cartera?… pues a todos estos, les hice vivir sufriendo lo poco que les quedaba. Yo, Ana Mato. Y ahí, ya si quiere, la espicha.

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